Halloween tiene sus raíces en la antigua festividad celta de Samhain, que marcaba el final del verano y el comienzo del invierno. Los celtas creían que en la víspera de Samhain, el mundo de los vivos y los muertos se volvía borroso, permitiendo que los espíritus vagaran por la Tierra. Para ahuyentar a los espíritus malignos, las personas se disfrazaban y encendían hogueras.
Cuando el cristianismo se extendió por Europa, la Iglesia intentó cristianizar estas festividades paganas. Así, el 1 de noviembre se convirtió en el Día de Todos los Santos, y la noche anterior, conocida como "All Hallows' Eve" (Víspera de Todos los Santos), evolucionó a Halloween.
La tradición de regalar golosinas en Halloween se origina en la práctica de pedir "soul cakes" (tortas de alma) en el Día de Todos los Santos. En la Edad Media, los pobres iban de casa en casa pidiendo estas tortas a cambio de rezar por los difuntos de los donantes. Con el tiempo, esto se transformó en la costumbre de los niños de pedir dulces.
El uso de disfraces también se relaciona con la creencia de ahuyentar a los espíritus malignos. Los disfraces permitían a las personas confundirse con los espíritus y evitar que les hicieran daño. Con el tiempo, esto se convirtió en la diversión y el juego que conocemos hoy en día en Halloween.
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